Cuando surgió el escándalo del expresidente del BBVA, Francisco González (FG) y su presunta contratación del comisario José Manuel Villarejo, la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, se apresuró a afirmar que el Ministerio del Interior abriría una investigación.

Y su compañero, Fernando García-Marlaska lo hizo. La investigación, en apoyo del juez Manuel García Castellón, naturalmente, gira ahora alrededor de “las cloacas del Estado”, con el PP, naturalmente, y la víctima es el líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien, en la posición de víctima se encuentra extraordinariamente feliz. El culpable, naturalmente, es el ministro del Interior del PP, Jorge Fernández. Se le añade lo de policía patriótica y el juego se completa. No llegará a nada, naturalmente, pero un personaje desesperado, como es el encarcelado comisario Villarejo, puede decir lo que quiera.

¿Las cloacas del Estado contra Podemos? Un divertimento del Gobierno Sánchez, que juega al despiste. Pero a Iglesias le encanta

Incluso el asunto ha llegado a que el presidente del Grupo Zeta, Antonio Asensio, un reconocido lince en esto de la conspiración política, ha aparecido con un teléfono salido de donde no se sabe y acaba declarando en el juzgado. Genial.

Y con esta maniobra de distracción, queda a salvo el señor FG quien sí posee información… y el Ejecutivo de Pedro Sánchez que sabe que la posee. Fuentes de la Audiencia Nacional nos dicen que García Castellón tiene un dilema: si va hasta el fondo del escándalo podría poner en cuarentena a media clase política española y tres cuartos de la clase empresarial. ¿O es que hemos olvidado que la primera publicación de cintas procedentes del señor Villarejo, fue la de la comida donde la deslenguada Lola, a la sazón ministra de Justicia, y el ministro de Justicia en la sombra, Baltasar Garzón, fueron pillados diciendo cosas que ningún miembro de un gobierno feminista y progresista se permitiría decir (algunos ni pensar)?

Porque, además, el magistrado tiene otro problema no menor: desencriptar las grabaciones que el BBVA le han sido proporcionando.

¿Acaso el primer escándalo Villarejo no fue el de las grabaciones de Dolores Delgado?

Sin embargo, FG no necesita desencriptar nada. Tiene la información que tiene y, si pretenden amargarle la jubilación, alguno lo puede pagar caro.

¿Entienden ahora por qué el Gobierno Sánchez se ha mostrado tan remiso a la hora de investigar el escándalo?

¿Se dan cuenta ahora por qué el espantajo de las cloacas del Estado persiguiendo al pobre Pablo Iglesias se cae de puro inconsistente?