La multinacional alemana Bayer se ha gastado 53.370 millones de euros en la compra de Monsanto y necesita ahora reducir costes para ganar en eficiencia, un eufemismo como otro cualquiera para desdibujar la verdadera intención: elevar su rentabilidad para aumentar el beneficio. Esa es la razón de ser recorte de más de 12.000 empleos que ha anunciado, que equivalen al 10% de la plantilla. El ajuste que afectará, sobre todo, al negocio de la producción de cultivos y a un país, Alemania.

En concreto, de los empleos que caen (sobre una plantilla de 118.200 personas en el mundo), el grueso se concentra en los 4.100 en el negocio de semillas, y otros 6.000, en el marco de su reestructuración corporativa y a escala global.

El recorte de empleos afecta, sobre todo, a Alemania y al negocio de la producción de cultivos 

El ahorro en costes junto a las sinergias de la fusión con Monsanto, aportarán al grupo unos 2.600 millones anuales, parte de los cuales se destinarán a potenciar sus áreas estratégicas, como el negocio abortivo. Ahora bien, tiene por delante un problema: la tromba de multas que le puede llegar en EEUU por el cancerígeno glifosato, de Monsanto.

Todo ello, tras la condena de un juzgado de San Francisco (California) a pagar una indemnización de 39 millones a un demandante (la multa inicial por daños punitivos ascendía a 289). Pero ese caso sienta precedente legal importante y abre una gran interrogante sobre las 8.700 reclamaciones en curso.

Adicionalmente, Bayer avanza su intención de abandonar el negocio de medicina veterinaria, una de sus divisiones actuales, y la venta de Coppertone, una marca de cremas solares, Dr. Scholl, para el cuidado de los pies) y el 60% que posee Currenta, proveedor de instalaciones químicas.