• La negociación sigue adelante: ofrece ya 65.000 millones para comprar el líder mundial de transgénicos.
  • Quiere ser el número uno en el sector agroquímico, dominado por cuatro: Monsanto, Dupont Dow, Bayer, Syngenta.
  • Ahí está el problema: superar el OK  de los reguladores, como el de Chem China para adquirir la suiza Syngenta.
  • La ética brilla por su ausencia en las negociaciones, ni por la tecnología genética ni por el negocio abortivo de Bayer.
  • La germana está en los tribunales por los efectos secundarios de sus píldoras Yaz o Yasmin o el Essure.
"Quién controla las semillas, controla el mundo", dijo en una ocasión Henry Kissinger, secretario de Estado americano con los presidentes Nixon y Ford. Y ese argumento parece seducir a la multinacional germana Bayer en su apuesta para comprar la norteamericana Monsanto, líder mundial de semillas y transgénicos. Se hace eco de ello una de las organizaciones más combativas contra los excesos de la multinacional, Coordinación contra los peligros de Bayer (CGB). El gigante alemán ya está dispuesto a ofrecer más de 65.000 millones de dólares para comprar Monsanto, después de recibir varios portazos por las ofertas presentadas desde mayo. Quedan por negociar, no obstante, cuestiones capitales, como las desinversiones a las que obligaría la operación para lograr el visto bueno de los reguladores. Bayer ha tenido que reconocer en un comunicado que la información publicada esta semana por el diario alemán Rheinische Post es cierta: está dispuesta a pagar 127,5 dólares por acción, más que los 125 dólares de la última oferta. Rheinische Post añadía que podría elevar la oferta a 130 dólares por título. Y eso bastaría para cerrar un acuerdo "rápido y amistoso". También Monsanto ha admitido que los tiros van por ahí. Pero ¿qué quiere Bayer realmente? No hay duda: un oligopolio que se acerca mucho a la consideración de Kissinger. La farmacéutica germana se convertiría de un plumazo en el líder del sector agroquímico. Sobre todo si tenemos en cuenta cómo se reparte ese negocio actualmente. En 2011, el 75% dependía de cinco firmas: Monsanto, Bayer, Basf, DuPont y la suiza Syngenta. Y en los dos últimos años, Dupont se ha fusionado con Dow Chemical, y el gigante asiático China National Chemical Corporation (Chem China) ya tiene el visto bueno en EEUU para adquirir Syngenta. A partir de ahí, es fácilmente deducible el salto que supondría la adquisición de Monsanto por Bayer. Las dos empresas siguen en negociaciones desde la primera oferta de mayo, aunque la principal pega de Monsanto es económica, no ética. Hablar de ética con Bayer no suena precisamente a música celestial. Y a su vez, en Alemania se cuestiona a la americana por su lesionada reputación corporativa (el glifosato, por ejemplo, que emplea en una de sus herbicidas es sospechoso de ser cancerígeno). Como les hemos informado en varias ocasiones, Bayer hace de su capa un sayo con su negocio abortivo, sometido a cerco judicial. Sin escrúpulos. Las quejas por los efectos secundarios de píldoras como Yaz o Yasmin están ya en los tribunales alemanes. En España, mientras, se agolpan las denuncias por las secuelas de sus anticonceptivos Essure. Miriam Prat miriam@hispanidad.com