Decíamos ayer… que Pedro Sánchez preparaba otra operación 11-M. Un colega corrió a corregirme advirtiéndome que no se trata de una operación 11-M -día de los feroces atentados terroristas- sino 14-M de 2004. Es decir, tres días después, cuando se perpetró el vuelco electoral, tras inventarse Rubalcaba que el PP había mentido y que Aznar era el culpable de los 193 muertos por haber apoyado a Bush en la Guerra de Irak.

Ahora, la estafa es distinta en sus accidentes pero similar en su esencia. Sánchez no está dispuesto a perder Madrid, el único poder de enjundia que se le resiste. Se trata de un poder de alcance nacional, no sólo regional y está dispuesto a montar otro 14-M -que no 11- consistente en institucionalizar la mentira del terrorismo fascista, el de Vox, e inventarse unos “atentados” contra el ministro del Interior y contra el líder de Podemos, ambos trasferidos de verdugos a víctimas.

La prensa se convierte en rehén de la progresía. Ni el invento de los “atentados fascistas” les sirve para reaccionar

Saben que, sin Vox, Díaz Ayuso no podrá gobernar en Madrid. Y entonces es cuando Adriana Lastra protagoniza, en pleno ataque de histeria, el “No pasarán” de 1936, o cuando la habitualmente moderada Reyes Maroto entra en trance y habla de terrorismo fascista porque un pobre loco le ha mandado una navaja… con su firma de remitente y su dirección. Es justamente así como operan los yihadistas, por ejemplo.

¿De verdad puede alguien creer que la vida de Marlaska, Iglesias o Maroto está en peligro? ¿Alguien puede creer que Santiago Abascal permite y/o alienta el asesinato de la mamá de Pablo Iglesias? ¿En serio?

Pues sí, ese alguien es Pedro Sánchez. Insisto, el peligro para España no es el comunista Pablo Iglesias, sino el socialista Pedro Sánchez. Moncloa ha ordenado mantener la farsa del “terrorismo fascista”, el “¡No pasarán!”, remedando al Madrid de 1936 o hablando de cordón sanitario -Ángel Gabilondo- ese moderado peligroso que está aludiendo, con democrática hipocresía, a la ilegalización del tercer partido más votado de España.

Insistimos: Vox no es un partido ultra, es un partido cristiano. Pero, precisamente, el fruto más granado de la progresía española consiste en lograr que mucha gente identifique lo católico con lo ultra. Esto sí que es una tragedia.

Y así, el ridículo de la navaja ensangrentada del pobre loco de El Escorial no provoca el esperado viraje de Pedro Sánchez, que en la campaña por el 4-M mantiene -y mantendrá- la desfachatez y la impunidad socio-podemitas: se trata de un atentado fascista, inducido por Vox.

El peligro de fraude electoral por parte del PSOE y Podemos es real. La ampliación del censo electoral madrileño y el voto por correo lo posibilitan. Y luego está el miedo al virus, que puede beneficiar a la izquierda

Mientras, la prensa española, de grado o por fuerza, se convierte en rehén de la progresía. De esta forma, ni el ridículo de “los atentados fascistas” y el “No pasarán” de Adriana Lastra, en pleno ataque de neurosis miliciana, ni la navaja ensangrentada del chiflado de El Escorial, les sirve para cambiar el paso.

El colofón es que el peligro de fraude electoral por parte del PSOE y Podemos es muy real. La ampliación del censo electoral madrileño en 400.000 personas y el voto por correo lo posibilitan. Y no olviden el miedo al virus, que puede beneficiar a la izquierda, sobre todo en el segmento de ancianos.

Pero, sobre todo, antes que perder Madrid, PSOE y Podemos matarán, sino la vida sí la sensatez. Todo vale con tal de ganar el 4-M. El loco de El Escorial era militante de Vox y primo hermano de Abascal y, no lo duden, en los próximos días se detendrá de inmediato a los del otro “atentado fascista”, el de las balas, el que todavía puede pasar por serio, el que todavía no provoca risión salvo entre los inteligentes, el de las balas contra Marlaska, Gámez e Iglesias, el de las amenazas a lo Clint Eastwood (mataré a tu padre, a tu madre y a sus amigas del brigde), a tu pareja y a tu primo el de Cuenca.

Y si tampoco se logra demostrar/inventar eso, es lo mismo: si no fue Vox el autor lo fue el odio que siembra Vox entre las masas. ¡Cosa utilísima el odio! En cualquier caso, terrorismo fascista que debe ser ilegalizado o recluido. 

Si todo esto no resultara irrisorio resultaría demoniaco. Pero claro, siempre puede ser ambas cosas a la vez. Y el rector de este montaje no es el extremista Iglesias sino el moderado Sánchez. Este es el problema.