Durante 2019 se produjeron 91.653 divorcios, un 3,8% menos que en 2018. Podría ser una buena noticia, pero no lo es, porque el motivo es la disminución del número de matrimonios (-1,2%) durante el año pasado o, si lo prefieren, el aumento de los concubinatos (nada de insultos: según la RAE, relación marital de un hombre con una mujer sin estar casados).

Según la nota difundida este lunes por el INE, a los divorcios hay que sumar 3.592 separaciones y 75 nulidades. Los divorcios representan el 96,2% del total de rupturas, las separaciones, el 3,8% y las nulidades, el 0,1%.

Llama la atención el elevado número de divorcios (1.100) de gaymonios en relación al total de uniones de personas del mismo sexo (5.108 durante 2019) y en relación al total de uniones (49.150) desde que se aprobó la ley en 2005.

La duración media de los matrimonios fue de 16,7 años, cifra ligeramente inferior a la de 2018.

Más datos de una triste estadística: el 44,8% de los matrimonios tenían solo hijos menores de edad, el 5% sólo hijos mayores de edad dependientes económicamente y el 6,9%, hijos menores y mayores económicamente dependientes. Además, el 25,4% tenía un solo hijo, ya fuera menor o mayor dependiente económicamente.

Lo que apenas ha cambiado respecto a 2018 es la edad media a la que los cónyuges deciden divorciarse: 45,7 años las mujeres y 48,1 años los hombres. Asimismo, los mayores porcentajes de rupturas se produjeron a partir de los 20 años de convivencia: el 32,8% del total de divorcios y el 52,5% de las separaciones.

Los españoles se casan cada vez menos y más tarde, se siguen divorciando en un porcentaje elevadísimo y cada vez tienen menos hijos.

España va bien.