Su gestión es lamentable porque siempre va a la contra”. ¿A la contra de quién? Del Gobierno, de ella misma, naturalmente. La inefable vicepresidenta primera, Carmen Calvo, arremetió en la jueves contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. ¿Cómo puede alguien discrepar del Gobierno, de ella misma sin ir más lejos?

Y lo de Calvo no es una pataleta, es un amenaza. Veamos, Díaz Ayuso quiere cerrar Madrid en los puentes, no por siete días, como asegura el decretazo del Gobierno Sánchez. La idea de Ayuso es que al virus no se le combate reduciendo la libertad de las personas y no se le localiza con confinamientos masivos sino próximos, en el espacio y en el tiempo. En el espacio, por áreas sanitarias, no confinando a los 3,5 millones de vecinos de la ciudad de Madrid o a los 6,7 millones de habitantes de la Comunidad de Madrid. En el tiempo reduciendo la movilidad sólo en puente y otras grandes salidas, no por semanas, quincenas o meses.

Por el contrario, al Gobierno Sánchez, y a su vicepresidenta primera, lo que les va es el liberticidio a lo grande.

Y así enlazamos con la derrota del partido de Ayuso en el Congreso, en la votación del jueves 29: el Ejecutivo Sánchez nos ha impuesto a todos los españoles otro estado de alarma durante seis mes, hasta el 9 de mayo, nada menos. Y encima permitiendo a las gobiernos regionales que interpretarán como les venga en gana el estado de alarma. Y si fracasan en la contención del virus, que fracasarán, la culpa será suya, no de Sánchez.

Y a todo esto, ¿reducir la movilidad sirve para detener el virus? No. Lo sabemos por la primera oleada: España fue el país con más muertos por habitante de toda Europa

Ahora se van a comprobar las ansias liberticidas de muchos políticos de campanario.

No se admitió ni discutir la propuesta de un desdibujado Pablo Casado, que desde su traición a su antiguo amigo Santiago Abascal anda perdido en el centro-reformismo, es decir, en el centro de la nada.

La votación final fue la que indica el camino a Pedro Sánchez: 194 votos a favor, 53 en contra (Vox) y 99 abstenciones. Dicho de otra forma, Sánchez no sólo ha obtenido los votos de la noción de censura sino que se ha superado. Eso sí, con su frentepopulismo corregido y ampliado: socialistas, comunistas separatistas, antisistema, proetarras y, ahora, Ciudadanos, en su duro esfuerzo de supervivencia, a fin de que no le ocurra lo mismo que a la UPyD de Rosa Díez.

La guinda de la tarta: los socialistas no aprueban nada que venga del PP (89 diputados) pero corren solícitos cuando los  separatistas ERC (13 diputados) o PNV (6) les susurran cualquier tontuna al oído. Así, a Gabriel Rufián Sánchez le ha concedido que los seis meses de estado de alarma pero que debe renovarse a los cuatro meses; a Aitor Esteban le ha concedido que tenga que venir al congreso cada dos semanas a dar cuenta de la evolución de la situación. Peticiones aceptadas, sobre todo esta última, dado que a Sánchez le encanta.

No se sabe si la moderación de la derecha tibia pepera ganará en las urnas pero, por el momento, el que no gana es Pablo Casado, perdido en tierra de nadie.

Por cierto, según Calvo, el decreto no se puede modificar: cualquier medida excepcional tiene que durar un mínimo de siete días. ¿Y por qué?

¿Que quién va a ganar este pulso? Naturalmente, Carmen Calvo. Las medidas liberticidas sólo las puede aplicar quien tiene el control de la policía. O sea, el Estado central.  

Y a todo esto, ¿los confinamientos y otras restricciones de libertades y derechos sirven para detener el virus? Por supuesto que no. Lo sabemos por la primera oleada: España fue el país con más muertos por habitante de toda Europa.

¿Habrá reflexionado el presidente al ceder a última hora de la tarde del jueves 29 y permitir a Ayuso a cerrar Madrid sólo en el puente de Todos los Santos? El resto de la semana estarán permitidas tanto las entradas como las salidas de la región.