Esta semana, la Cámara de los Diputados italiana aprobó, casi por unanimidad (452 votos a favor y una abstención), la ayuda única al mes por cada hijo, que pretende reordenar y simplificar todas las medidas anteriores de apoyo a la natalidad.

Italia es uno de los países del mundo con índice de fecundidad más bajo (en Europa, solo España lo tiene peor), de ahí el acuerdo de los partidos para una iniciativa que se espera reciba un respaldo similar en el Senado.

A partir de ese momento, tal como publica Religión en Libertad, el gobierno de Giuseppe Conte dispondrá de doce meses para concretarla. Se estima que se situará en torno a los 200 o 240 euros, y queda por ver si se extenderá a cualquier número de hijos, hasta qué edad y si se trata de una medida definitiva o solo por unos años.Lo que sí parece decidido es que esta ayuda podrá percibirse a partir del séptimo mes de embarazo, un detalle que -según celebra Francesco Belletti, director del Centro Internacional de Estudios de la Familia vinculado a Famiglia Cristiana- supone "un reconocimiento imprevisto  y potente de la vida 'en el vientre materno', una nueva valoración de la dignidad jurídica del concebido que llega incluso a un sostén económico concreto, y que restituye su valor a la vida naciente".

Misma situación que en España donde la ayuda que perciben las madres -y sólo las que trabajen fuera de casa- es de 100 euros y hasta los 3 años. Como si para criar a un hijo no se necesitarán más que una ayuda de 100 euros al mes y durante 3 años. Es decir, que España todavía no se ha dado cuenta de que necesita más nacimientos si no quiere evitar las previsiones de reducir su población de los 47 millones actuales a 23, en 2100. No falta tanto.