• Nada es casual en un sector acostumbrado a funcionar con subvenciones públicas.
  • Ahora, la preocupación está en las exportaciones, dependientes en un 80% de Europa.
  • No citan a Trump pero advierten "de un entorno exterior cada vez más proteccionista".
  • En octubre, la producción cayó un 0,5%, pero mantienen el objetivo de superar los 2,8 millones de vehículos.
Curiosa la interpretación que han hecho los fabricantes de automóviles de los datos de producción en octubre, con una de cal y otra de arena y en un sector acostumbrado a funcionar con ayudas públicas, como el PIVE (hasta julio). Ahora, el temor ya no está dentro, sino fuera, en el mercado exterior. Por partes. Octubre, en efecto, no ha sido un buen mes. La producción se ha ralentizado, según el comunicado de Anfac, un 0,5% (hasta 235.546 unidades), debido a la ralentización paralela en el mercado europeo, del que depende en un 80%. Con todo, desde enero se han fabricado 2,4 millones de vehículos, que dejan el avance anual en un 7%, y sobre esas cifras, mantienen la previsión de superar los 2,8 millones de vehículos a final de año y alcanzar la meta de los 3 millones en 2017. Esa previsión es importante, sobre todo, porque con ese ritmo, las ayudas dejan de tener sentido. Otra cosa es reconocer el peso del sector en el PIB (12%) y la mano de obra que proporciona. Ahora bien, si hasta ese punto es la de cal, ahora viene la de arena. No cita la victoria de Donald Trump en EEUU, pero casi. De hecho, apuntan a "un entorno exterior cada vez más proteccionista" para empezar a pensar medidas "para mantener la competitividad de nuestras fábricas". ¿Están pidiendo ayuda? Eso sí, después señalar que hay un "un cambio en la tasas de producción de vehículos en los dos últimos meses", cuando Trump todavía no había aterrizado. Más datos: hasta octubre, las exportaciones han crecido un 8,37% (2,062.405 unidades), tras el aumento del 7,7% en octubre (213.201 unidades). En otras palabras, nueve de cada 10 vehículos fabricados se han destinado a la exportación. Toca esperar al resto del año, en suma, antes de echar las campanas al vuelo. Rafael Esparza