Ana Botín y su nuevo equipo de Dirección han optado por retar a Mario Draghi y, lo que es mucho más peligroso: a los fondos de inversión, sus principales accionistas.

No deja de ser una justa venganza de la presidenta del Santander contra unos fondos que han intentado quitarle la silla y que, desde la llegada al poder de Ana Botín, presionan a la presidenta para que aplique la política que a ellos les favorece.

La introducción de Andrea Orcel como CEO del Santander no pretendía otra cosa que trocear el banco y orillar a la presidenta. Cuando Botín se da cuenta de la situación, rompe de forma abrupta y ahora Orcel la lleva a los tribunales.

Otrosí: el Santander también se enfrenta a Mario Draghi: no protagonizará fusiones trasnacionales

Por tanto, olvídense de la versión oficial de que Orcel exigía al Santander que le pagara su indemnización de 55 millones que atesoraba de su paso por UBS.

Así, como ya hemos explicado en Hispanidad, a los fondos, dueños hoy de las acciones de todos los grandes bancos mundiales, no les gusta la banca doméstica. Se gana más –o se pierde más rápido- como accionista de banca de inversión, así que presionan para que presionaban a Botín para que reduzca perímetros y venda activos.

Sucede que la banca española es la mejor del mundo… en negocio al por menor

Pues bien, Botín ha hecho lo contrario. Es muy consciente de que la española es la mejor banca al por menor del mundo y la que, dicho sea de paso, cumple una más importante labor social. Y para que quede bien claro, en lugar de vender México ha decidido comprar hasta el 100 por 100 de su franquicia.

No sólo eso, Botín está pensando en propinar otra bofetada a los institucionales ampliando negocio en Brasil, el mayor y mejor mercado actual del Santander. Su decisión es aumentar presencia en países donde la banca doméstica puede jugar un papel importante y, además, con más margen.

En el entretanto, el síndrome JP Morgan asola al sector: con estos tipos, lo más rentable es la banca de inversión

Pero Ana Botín no sólo reta a los fondos que se la internaron juega con Orcel. También reta a Mario Draghi: no piensa fusionarse con otro banco de la zona euro. Razones no le faltan: sin una regulación unitaria, sin un sistema financiado de liquidación bancaria, sin unas mismas normas reguladoras e incluso sin una mutualización de la deuda pública de los países miembros, cualquier fusión trasnacional supone un suicidio.

Entre otras cosas, porque con tipos de interés bajo cero el negocio bancario clásico, entendido como sistema de pagos del país y aportador de capital a los emprendedores. No es negocio: es una ruina. Así que Draghi no puede mantener el precio del dinero en el subsuelo y, al mismo tiempo, obligar a fusionarse.  

Como guinda de la tarta, está el poderío de la banca de inversión, la más especulativa.

En el entretanto, el síndrome JP Morgan asola al sector: con estos tipos, lo más rentable es la banca de inversión. Pero ese no es el terreno de Botín.