Me encanta Donald Trump. Mientras los muy plúmbeos cronistas de bolsa europeos aseguran que “Trump hunde las bolsas”, el presidente norteamericano aparece ante los periodistas y asegura que ya lo tenía previsto. Hablamos de sanciones comerciales y en esta materia, el amigo Donald ha demostrado que sabe negociar hasta con los negociadores más peligroso de todos: los chinos. Les ha ganado en su propio terreno. Los chinos saben esperar y el norteamericano por ejemplo, -hoy viernes 2 de agosto- les cambia el paso al anunciar más aranceles- en plena negociación. Es la única manera de poner coto a la eterna mentira de Pekín, que consiste en prometer algo, cerrar el trato, y no cumplir el trato.

Ahora bien una cosa es la negociación comercial y otra la política armamentista. Y ahí es de temer, porque significa que al líder de Occidente le han tomado la medida. Al menos, Irán y Corea del Norte. El estrafalario líder de este país continuará haciendo ensayos nucleares mientras Trump asegura que llueve, que todo esta previsto.

Y lo que es más grave, Irán ha derribado un dron norteamericano. Y Trump se inventa el derribo del iraní.

Al tiempo, Vladimir Putin explica mejor la no renovación del acuerdo sobre armas intermedias, que tiene décadas de existencia.

Ahora, un poco tarde, Trump acusa a Putin de haber incluido el acuerdo sobre misiles de alcance intermedio. Demasiado tarde, aunque haya conseguido el apoyo de la OTAN.

En resumen, en materia económica -el dinero es miedoso- sirve lo de amagar y no golpear. En materia militar…