• Douglas Flint, consejero delegado, se queja de las reformas que han seguido a la crisis financiera.
  • El Ceo admite que "el pasado reciente ha sido muy difícil para el HSBC, que ha pagado un precio alto en reputación".
  • El presidente, Stuart Gulliver, no olvida que el Parlamento tildó de "inaceptables" sus disculpas tras el escándalo en su filial suiza.
  • La decisión del HSBC entra también en la campaña para las elecciones de mayo: ¿controles o desmanes?
Como la cosa se está poniendo demasiado fea me voy. Es lo que ha venido a decir el gigante bancario HSBC, que ya ha puesto en marcha el traslado de su sede en Londres a no está muy claro dónde, igual a un paraíso fiscal. No les quedó otra que reconocerlo esta semana en Hong Kong, durante un encuentro con inversores a sus dos principales ejecutivos, el presidente ejecutivo, Stuart Gulliver, y el consejero delegado, Douglas Flint. Y este jueves lo volvió a decir, durante un consejo de la entidad, amparándose en la necesidad de separar su brazo de inversión de la división minorista. Ya saben que en Hong Kong fue donde el HSBC tuvo su sede hasta que la trasladó a Londres en 1993. Fue oportunista entonces, porque convenía estar en Europa, y es inevitable ahora por una razón muy sencilla: el temor a la regulación bancaria más severa. Pero la cuestión se introduce también en la campaña de las elecciones de mayo en Reino Unido, sobre la que planea no sólo la salida de la UE sino un debate entre intervencionismo y control. Pero antes que sede aquí o allí, una cosa está clara: al HSCB le está costando y mucho salir del apuro tras el sonoro escándalo protagonizado por su filial suiza. Desde febrero, cuando se conoció su complicidad para el fraude fiscal de miles de personas de medio mundo (unas 260.000), no ha dejado de ser noticia. Pongan de todo en el cesto: multas, investigaciones, amenazas judiciales, etc… Y el modus operandi de este banco global ha inquietado, no sólo a los países afectados que han visto cómo el dinero de sus ciudadanos escapaba del fisco, sino también a Gran Bretaña, donde está la sede. Y es que por mucho que se pintara el muñeco, el muñeco no tenía su sede en Suiza, donde Hervé Falciani guardó los CD de las cuentas opacas, sino en Londres. Y la cosa fue a más cuando se supo que el presidente de la entidad en la etapa más oscura había sido el también ministro Stephen Green: dejó su cargo en el banco para ocupar la cartera de Comercio en el Gobierno de David Cameron. El caso entró en el Parlamento británico con fuertes críticas al banco y a su presidente. Stuart Gulliver pidió disculpas, pero no convenció y su mea culpa en plural fue tachado de "inaceptable". ¿Por qué se irá el HSBC de Londres? La respuesta la da el propio Ceo, Douglas Flint:"Estamos evaluando el traslado por los cambios regulatorios en el sector y las reformas estructurales en el banco. Y  por eso, tan pronto como la niebla se levante, analizaremos cuál es el mejor lugar para HSBC". Verde y con asas. O dicho de otro modo: el gigante bancario busca su acomodo en otro lugar porque no le gustan un pelo los cortafuegos que se han ido introduciendo en la regulación británica, precisamente para evitar excesos como los que llevaron a la crisis financiera que todavía nos sacude. Flint dijo también que el "pasado reciente ha sido muy difícil para el HSBC, que ha pagado un precio alto. Nuestra reputación ha quedado dañada". ¡Vaya sorpresa! Las intenciones del HSBC tiene también otra lectura: Londres es consciente de la herida en la reputación de la City que caso el caso HSBC, pero tampoco puede ignorar que su presencia le reporta grandes beneficios vía impuestos. Y como Gran Bretaña celebra elecciones en mayo, es un modo de introducir en campaña el asunto de la regulación para que laboristas y conservadores se pronuncien al respecto. Donde muchos ven trampas por ausencia de controles otros ven intervencionismo si se trata de evitar desmanes. Un debate muy anglosajón, por cierto. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com