El grupo ACS presentó sus resultados anuales de 2018 en la tarde del miércoles 27. La nota de prensa que presentó era, como tantas, un documento poco útil y confuso, que más bien pretendía desinformar que otra cosa. El caso es que el grupo cerró 2018 con un beneficio de 1.260 millones de euros, un 15,9% más que en el 2017.

Las ventas crecieron un 5% durante 2018, hasta los 36.659 millones de euros, mientras que el resultado de explotación, lo que da el negocio, ha crecido en igual periodo un 8,3%. Así está claro que los márgenes con los que trabaja la constructora han tenido que ampliarse necesariamente. En cualquier caso, en estos primeros márgenes de la cuenta de resultados sólo se ve un negocio muy estable y muy repetitivo respecto del año anterior.

El resultado de explotación sube un 8,3% y los márgenes se amplían, reflejando un negocio muy estable y muy repetitivo

Los resultados financieros de la compañía que preside Florentino Pérez, ¡Oh capitán, mi capitán!, es decir, los ingresos menos gastos financieros básicamente, le han restado 124 millones de euros al resultado de 2018 respecto del de 2017, que se han visto compensados por los mejores resultados, 248 millones de euros más en 2018, por valoración de sociedades del perímetro de consolidación. Esto explica cómo llegamos al final con ese crecimiento de casi el 16% del que hablábamos al principio.

El grupo ha desarrollado durante el ejercicio 2018 un importante apetito inversor, como muestra el crecimiento de su balance y el movimiento de su liquidez. En este sentido, es muy interesante ver que el negocio, más o menos en consonancia con el crecimiento del resultado de explotación, ha generado 2.000 millones de liquidez, un 10% más que en 2017. Sin embargo, la inversión neta, prácticamente en la toma de nuevas participaciones empresariales, se ha multiplicado por 12 respecto de 2017.

El grupo se deshace de participaciones por valor de 17.000 millones e invierte en otras nuevas 20.000 millones 

Todo ello a través de un proceso en el que el grupo se ha deshecho de participaciones por valor de 17.000 millones de euros y ha invertido en otras nuevas por importe de 20.000 millones de euros, lo que explica la mayoría de los 3.600 millones de euros que al grupo le han consumido sus actividades inversoras este año y las necesidades de endeudamiento neto del grupo de 1.600 millones de euros porque, como indicábamos antes, el negocio, yendo bien, sólo se ha provisto de 2.000 millones de euros para tanta ansiedad compradora. En cualquier caso, el grupo ACS presume de una deuda neta cercana a cero (es decir, deuda financiera menos activos líquidos y casi líquidos) y eso reflejan sus cifras, que además nos muestra que este año se ha endeudado en lo que necesitaba y un poquito más (650 millones de euros) para incrementar su caja, y eso le da cerca de 8.500 millones de euros o potencia de fuego para adquirir lo que quiera. Mantiene ACS casi un 25% de su activo en liquidez. Ni un banco.

Las inversiones en sociedades participadas casi se triplican, pero habrá que esperar para ver a cuanto ascienden sus pasivos... 

Sin embargo, hay algo muy preocupante en el balance consolidado de ACS. Es esa partida que ha crecido tanto este año (+3.100 millones de euros), hasta casi multiplicarse por tres y representar el 14% del activo del grupo, y que recoge las inversiones en sociedades participadas, cuyos activos y, lo que es más importante, sus pasivos, no se integran en el balance consolidado del grupo. Habremos de esperar a que ACS publique la memoria anual de 2018 para despejar nuestras dudas para entender por qué tanto movimiento dentro del grupo y qué es lo que ha pasado (o lo que está pasando).