La decisión de Abertis de repartir dividendo este año es arriesgada, no porque no tenga capacidad de sobra para hacerlo -tiene liquidez y los vencimientos de deuda en 2020 y 2021 se refinancian automáticamente- sino porque su negocio es uno de los más afectados por el confinamiento de la población. Más de dos tercios de los ingresos de Abertis se generan en Francia, Italia y España.

Por eso, el dividendo anunciado el martes en la Junta de Accionistas no deja de ser un pulso a Standard & Poors, que está a un escalón de rebajar su calificación a bono basura. La jugada le ha salido bien a los Benetton y a Florentino Pérez, de momento. Cada uno de ellos se embolsará unos 218 millones de euros el 28 de abril sin que S&P mueva ficha.

Salvado el primer asalto -cobrar al menos la mitad del dividendo- Abertis afronta lo más importante: la recuperación de los ingresos tras el coronavirus. Como se pueden imaginar, una de las claves es la duración del confinamiento, pero no la única, porque lo que de verdad va a condicionar el futuro de la compañía, y no sólo la mitad del dividendo pendiente, es la crisis económica posterior. ¿Cuánto tiempo tardará en recuperar el tráfico hasta niveles previos al Covid-19?

Y en todo este contexto, Florentino Pérez está más tranquilo que sus socios, los Benetton. ACS cobra la mitad del dividendo, pero no asume la mitad de la deuda de Abertis, que sí consolida en las cuentas de Atlantia ya que ésta posee el 50% de las acciones, más una. Y sí, en teoría mandan los italianos, pero el hecho de no consolidar la deuda en momentos de crisis económica es un alivio.

El Consejo de Administración de Abertis decidirá, en el cuarto trimestre, si paga los 437,5 millones restantes a fin de año. Será otro pulso a las agencias de rating. Ya ha arriesgado mucho con el reparto de abril y las previsiones económicas no son muy alentadoras.