• Pero ese plan de viabilidad, que ahora toca negociar, dispara la cotización jugando con la desesperación del accionista.
  • Es una mera declaración de intenciones que no resuelve el tema clave: la reestructuración de la deuda.
  • La negociación sobre la liquidez de emergencia sigue estancada: la banca no está dispuesta al interés del 25% que piden los bonistas.
  • Y ese problema lleva a otro: el peor desenlace de Abengoa puede llegar antes de 28 de marzo.
  • Abascal se ve obligado a matizar que se trata sólo de un plan operativo, no de reestructuración financiera.
La secuencia de los hechos es sintomática y se ha encargado de ello, una vez más, la propia Abengoa a través de los dos hechos relevantes comunicados a la CNMV con una diferencia de apenas unas horas. Y es ahí donde está una de las claves del momento crítico que vive la empresa. ¿Por qué? Esencialmente porque se aplaza el problema más acuciante que trae de calle a los bancos acreedores y a los bonistas: las necesidades de liquidez que precisa la compañía para pagar las nóminas del trimestre y seguir funcionando, por un lado, y por otro, la dimensión real de la deuda, que ni la consultora KPMG, encargada de dibujar el mapa de deuda, ha podido conocer. Supera teóricamente los 8.000 millones con un pasivo de 25.000 millones. Y a eso se añade un segundo elemento por el que Abengoa está hasta en la última red social: la fuerte subida en bolsa. La razón es sencilla: la mera presentación de un plan de viabilidad no garantiza nada para evitar el concurso de acreedores. Es una mera declaración de intenciones, en términos coloquiales, que no despeja los problemas de fondo del grupo. Las partes lo analizarán ahora con lupa. KPMG se pondrá rápidamente a ello, sin olvidarse de lo urgente: las necesidades de liquidez. Las subidas en bolsa, por tanto, son puros movimiento especulativos, que dejarán atrapados a más de uno. Las acciones B (con derecho a voto), que este lunes subieron un 35%, caen este martes casi un 10%, y las A (sin derechos políticos), que subieron un 51%, vuelven a subir, pero un 7,5%. Veamos la secuencia de los hechos relevantes, que ponen de manifiesto que algo ha fallado en el primero que se ha tenido que aclarar mejor en el segundo: la reestructuración de la deuda, de la que depende, paradójicamente, todo lo demás. Parece como si alguien hubiera llamado a la empresa para sugerirlo. Pero no ha sido la banca, en contra de lo que se pudiera pensar, por una razón: no tiene todavía en sus manos el plan de viabilidad. ¿Un despropósito, entonces? Es posible. A la banca no le gustaron los términos del hecho relevante de diciembre de Abengoa, pero ahora espera, antes de pronunciarse, al contenido. ¡Qué menos! Ahora, de momento, como digo, estamos en los tiempos de Abengoa. En el primer hecho relevante, fechado este lunes, 26 (a las 22:54 horas), el grupo andaluz informa del plan presentado al Consejo de Administración por Álvarez&Marsans. Ahí se define "la estructura  de la actividad futura de Abengoa", que servirá de base la negociación con los bancos y bonistas una reestructuración de la deuda. En efecto, como ya se había adelantado, Abengoa concentrará su negocio en "ingeniería y construcción con tecnología propia o de terceros". En suma, da a entender, como ya hemos informado, que Abengoa puede sobrevivir, pero jibarizada, que es la opción que maneja la banca desde diciembre. Ese plan dejaría fuera áreas como infraestructuras de concesiones o el negocio de bioenergía. El segundo hecho relevante, fechado este martes (a las 09:19 horas), Abengoa se ve obligada a precisar que ese plan de viabilidad "no contiene una propuesta de reestructuración financiera", sino de "un plan puramente operativo". Para lo otro, la reestructuración, se da de plazo hasta el 28 de marzo; es decir, al día siguiente de que expire la fase del preconcurso de acreedores. Será entonces cuando Abengoa informará "del acuerdo de reestructuración alcanzado". Es decir, no puede dejar más claro que el gran problema es la reestructuración de la deuda -que condiciona cualquier hipótesis sobre el futuro de la empresa-, hasta el punto de admitir subliminalmente que sí, que habrá concurso de acreedores. ¿La compañía puede llegar a este extremo?, claro que sí, incluso antes del plazo previsto, el 28 de marzo. Bastaría con la falta de acuerdo entre bancos y bonistas sobre quién tiene que aportar la liquidez necesaria para asegurar el pago de las nóminas hasta marzo o cubrir los gastos para que la empresa siga funcionando. Dicho en otras palabras, todo depende de las negociaciones entre las partes que tienen mucho que perder, la banca acreedora y los bonistas (o si lo prefieren los fondos de inversión que tienen los bonos de Abengoa, entre ellos BlackRock, Invesco, Elliott International, CentebrigeVärde Partners o Eton Park). Y es en ese punto, ahora mismo, donde el acuerdo, para que me entiendan, es bastante complicado, básicamente por la usura de los bonistas. Agrupados en los fondos citados, esos bonistas piden un interés del 25% (un 15% de rentabilidad más una prima final del 10%) por su inyección de 160 millones (que es menor, en cualquier caso, a los 200 millones a los que se habían comprometido inicialmente con la banca), y no sólo eso: también exigen la prelación en el pago. Pues bien, la banca no acepta esas condiciones y esgrime el tipo de interés del 5% de sus líneas de liquidez de 113 millones de diciembre. A eso se une también la diferencia de criterio de bonistas y bancos también respecto a la capitalización de la deuda. Los fondos bonistas saben que tendrá que cambiar sus bonos por acciones, llegado el momento, pero no descartan capitalizaciones inmediatas de deuda. Los bancos, por su parte, son conscientes igualmente de que tendrán que llegar a esa conversión de deuda por acciones, pero no son partidarios de capitalizar hasta marzo. Y a partir de ahí, la presión a los bonistas es clara: o te apeas y admites otras condiciones o la empresa no llegará a marzo. ¿Quién pagaría entonces las nóminas y otros abonos necesarios? Rafael Esparza rafael@hispanidad.com