• La entidad de Ana Botín es el único acreedor que quiere llegar a un acuerdo en la fase de preconcurso.
  • Pero su colegas exigen dos condiciones: venta más detallada de activos y que los bonistas paguen las nóminas de febrero y marzo.
  • Y entre medias, entre los bancos, hay de todo, no sólo por la perplejidad del retraso en la entrega del plan de viabilidad, sino por el pesimismo, que también tiene grados.
Una cosa es que Abengoa, en contra de todo sentido, retrase la entrega del plan de viabilidad a los bancos acreedores, y otra, complementaria pero no menor, la que se mueve entre bastidores de los propios bancos. Me refiero al debate sobre si tendrán que poner, o no, más dinero en el grupo andaluz durante la fase de preconcurso de acreedores o, si lo prefieren, antes de que llegue a concurso. No es un debate menor, decía, porque entre ellos hay grandes discrepancias, aunque no todos corren el mismo riesgo con el incierto devenir de la energética. Y es en este punto donde vuelve a emerger el Santander. Dicho muy rápido: es el único acreedor que quiere llegar a un acuerdo en la fase de preconcurso aunque sea a costa de poner más dinero. El resto de los bancos se opone a ese extremo y es partidario de apurar la negociación con los bonistas, por un lado, y de presionar a Abengoa, por otro, para que consiga la liquidez que necesita hasta marzo mediante la venta de activos. Son las dos grandes condiciones. El pacto con los bonistas, como les hemos contado, no está cerrado. Y depende de ese acuerdo la inyección de liquidez que la empresa necesita para seguir funcionando. De ese préstamo, pactado inicialmente en 200 millones y rebajado después a 165, depende el pago de la nómina de enero, pero los bancos insisten en que sirva también para asegurar los pagos en febrero y marzo. Y con relación a la venta de activos de Abengoa, los bancos exigen más precisión, un plan mucho más detallado. De lo contrario, no habrá avances y se romperá la baraja. Dicho de otro modo, la liquidez hasta marzo depende más de Abengoa de lo que Abengoa no se termina de creer. Y es curioso porque en este punto hay también matices. Algunos de los bancos, incluso -el pesimismo también tiene grados-, se resisten a entrar en el debate sobre qué debería vender o no. Están hartos de Abengoa, directamente. En este tramo de las negociaciones, con el Santander, se repite de algún modo su protagonismo de los meses pasados, tanto en noviembre, cuando se desmarcó del resto en su apoyo a la entrada en Abengoa de los vascos de Gestamp, como en diciembre, cuando tomó la iniciativa para convencer a los demás de que la salvación de la energética era posible. Tiene su lógica, una vez más, teniendo en cuenta que el riesgo asumido por banco que preside Ana Botín es el mayor. Por esa razón se convertiría, de facto, en el primer accionista si la banca opta claramente por la capitalización de la deuda de Abengoa. El Santander es el primer acreedor por los 125 millones de euros en préstamos corporativos, los 1.025 millones en capital circulante y los 381 millones en líneas de crédito por los proyectos en marcha (project finance). En total, 1.558 millones. Ahora bien, una cosa es cómo lo ve el poderoso Santander, que por eso lidera el steeting committe (comité ejecutivo) para negociar con Abengoa, y otra cómo lo ven el resto, aunque estén también ahí representados, como BankiaPopularCaixaBank o Sabadell. El apoyo del Santander a un desenlace que no sea la liquidación de Abengoa se ha calibrado también en los contactos de sus ejecutivos para calmar los ánimos, en la medida de lo posible, en el ámbito institucional. Es la razón por la que Rami Aboukhair, director general para España y el responsable de banca comercial, aseguró a la consejera andaluza de Hacienda y Administración Pública, María Jesús Montero, que el banco trabajará "sin descanso" para que la negociación del plan de acreedores "pueda llegar a buen puerto" antes de que se termine el plazo. Es el único banco que lo tiene tan claro. ­Rafael Esparza rafael@hispanidad.com