La compra de Abanca del 6,7% de Nueva Pescanova anunciada este martes responde al pacto que existe entre los bancos, propietarios de la compañía. El HSBC quería salir del accionariado pero sin dar la sensación de que la banca sale huyendo de la compañía, entre otras cosas, porque no es cierto. Le vendería su 6,7% a uno o a varios de sus socios presentes en el Consejo.

Todo debía realizarse de manera ordenada y así ha sido. Al final el agraciado con esa parte del pastel ha sido Abanca, que ya es el segundo accionista de la compañía con el 16,04%, sólo por detrás del Sabadell.

En el comunicado remitido este martes, la entidad de Juan Carlos Escotet destaca que la operación “se enmarca en la política general de apoyo de Abanca a la economía y la industria gallegas, que está orientada a la consolidación y/o crecimiento de empresas y sectores clave”. Esto es, precisamente, lo que desconcierta a propios y extraños. Porque, al tiempo que financia un barco de Pescanova, niega el crédito a otras empresas gallegas en pleno crecimiento.

Unos movimientos erráticos que algunos no dudan en interpretar como la antesala de la venta de la entidad a un tercero. Eso explicaría el carácter mediático de las inversiones de Abanca y su renuncia a la financiación menos llamativa aunque igualmente gallega. Y no lo duden: la inversión en Nueva Pescanova reúne los dos requisitos fundamentales: es mediática y, al mismo tiempo, tremendamente rentable.

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