El hecho de que cada juez tenga su etiqueta personal, entre la equívoca denominación de conservador y la nada equívoca pero peligrosa etiqueta de progresista, ya da que pensar.

Y el hecho de que la deslenguada ministra de Justicia, Dolores Delgado, que continúa en el cargo, haya intervenido como correo frente al aturdido Rafael Catalá, da que pensar. Para entendernos, Catalá, siendo ministro, contrató como asesora a la jueza Carmen Rodríguez-Medel, la del máster de Pablo Casado.

¿Y por qué no elegir directamente a los jueces? ¿Es que acaso puede politizarse más la justicia?

Pues bien, el resultado era el de esperar: Pedro Sánchez le ha metido un gol a Pablo Casado: al final parece que el poder judicial estará regido por los progres: 11 jueces progresistas frente a nueve conservadores. Entre ellos José Ricardo de Prada quien, por pura casualidad, aparece en todos los casos que han acabado mal para el Partido Popular.

Y el hecho de que a cada uno de ellos se les haya asignado, en pocos minutos, la etiqueta de conservadores y progresistas, también da que pensar.

Personalmente, confío más en la justicia popular que en la institucional

Este es un momento ideal para cambiar de modelo: que el poder judicial no sea elegido por el Parlamento porque eso significa que lo eligen los partidos políticos. Demasiado poder. ¿Por qué no elegir directamente a los jueces? ¿Es que acaso puede politizarse más la justicia? Por de pronto, y no tiene por qué ser la estación última, elección de los miembros del poder judicial, que no de los jueces, por el pueblo. Que se presenten a través de asociaciones, esas que dicen tantas tonterías cuando se manifiestan en público. Y luego, promoción del jurado.

¿Justicia? Mejor confiar en la justicia divina. O en el «juicios tengas y los ganes»

Personalmente, confío más en la justicia popular que en la institucional. Y, en cualquier caso, los jueces, también pueden elegirse por sufragio. ¿Por qué no?

De todas formas, ¿justicia humana? Mejor confiar en la justicia divina. O en el “juicios tengas y los grandes”, que también tiene su enjundia.

Porque la justicia actual recuerda la definición de Noel Clarasó. Grupo de personas que se reúnen para decidir cuál de los dos abogados es el mejor.