- Tras culminar la operación policial, la conclusión es definitiva: en Barcelona ganó el 11-M, perdió el espíritu del 11-S.
- Puigdemont ya sólo espera que el efecto de los atentados no perturbe su plan de '15-M separatista'.
- Que pasa por los jetas de Pablo Iglesias y Alberto Garzón y por el necio de Pedro Sánchez.
Definitivamente, tras la salvajada de Barcelona, los españoles han reaccionado según las pautas cobardes y centrífugas del
11-M y no según las pautas de unidad frente al enemigo común que surgió tras el
11-S. No hablo aquí de aciertos y errores (lo de George Bush en Irak fue un error de bulto): digo que, tras el 11-S, los norteamericanos se aliaron contra el enemigo común. Por el contrario,
los españoles nos revolvimos contra el vecino de izquierdas… o de derechas,
contra el centralista o el separatista. El dolor de las víctimas no significa nada.
Y así, las víctimas de Las Ramblas y de Cambrils sólo han servido para que
Carles Puigdemont insista en su '15-M separatista', del que se aprovecharán los
jetas de Pablo Iglesias y Alberto Garzón y el necio de Pablo Iglesias.
Y lo más radical siempre está en lo más moderado. Por ejemplo, en
Carme Forcadell, quien ha corrido a acompañar a las
asociaciones islámicas -cada una compuesta por no menos de dos miembros-, cuya reacción ha consistido en luchar con el fascismo español, los racistas españoles y los verdugos españoles…. "
dado que nosotros también somos víctimas".
En definitiva,
la guerra civil ya no es sólo posible en España: es lo más probable. Definitivamente, en Barcelona ganó el
espíritu revanchista y cobarde del
11-M, no el espíritu de unidad frente al enemigo común del 11-S norteamericano. Como español este tipo de cosas las escribo con vergüenza.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com