Sr. Director: En vísperas del Adviento el Papa ha recordado una de las grandes verdades que superan cualquier expectativa política, cultural o social: que la muerte llega para todos, y eso otorga peso y responsabilidad a nuestra vida. La gran paradoja que ofrece esta verdad, tan cotidiana y tangible, es que la sociedad tiende a ignorarla. Pero cuando aparece por sorpresa, como desenlace dramático de la historia de una personalidad pública, nos sentimos sacudidos y provocados a la reflexión. Y es que el miércoles, 23 de noviembre, conocimos la muerte repentina en Madrid de la senadora valenciana Rita Barberá, sometida durante largo tiempo a una dura presión política y mediática por un supuesto delito de corrupción, sin gozar en muchas ocasiones de la presunción de inocencia que aseguran las leyes. Domingo M.