Sr. Director: ETA ha dejado de matar pero no se ha disuelto, y tiene a sus espaldas un pasado de dolor y muerte. En esta cuestión hay dos planos, uno jurídico y otro moral. El plano jurídico exige que aquellos que tienen pendientes cuentas con la justicia no puedan ser representantes políticos. Los votos no limpian los delitos. El caso de Otegi es claro, si está inhabilitado por la justicia no puede ser candidato en las próximas elecciones vascas. La condena de inhabilitación debe interpretarse en favor de las víctimas, y víctimas somos en cierto modo todos los españoles. Moralmente, es una fuente de intoxicación social que el que ha estado vinculado a ETA haga política. Para acabar esta dolorosa historia es necesario que los verdugos tengan conciencia del daño causado, cumplan sus penas y lleven una vida pública discreta. No parece que sea pedir mucho. Xus D.