Sr. Director:

Durante muchos días del pasado mes de septiembre, el modo en el que nuestros políticos obtuvieron sus másteres o escribieron sus tesis doctorales ha ocupado un espacio desmedido en la vida pública española. Desde el debate en torno al master de Cifuentes vivimos una espiral extraña. A menudo se olvida la presunción de inocencia y se magnifican posibles irregularidades en la obtención de títulos.

No es aceptable que los másteres se regalen a los políticos, ni que los políticos hagan malas tesis doctorales o tesis plagiadas. La universidad debe defender su independencia y no buscar de forma impúdica ponerse bajo la protección de unas u otras siglas. Pero mientras estamos ocupados en estas cuestiones, las verdaderamente importantes se quedan sin abordar.