Sr. Director: Solo un escaso porcentaje de españoles pertenecientes a las llamadas "clases acomodadas", a los que les importa un bledo quien gobierna, carecen del más mínimo interés sobre lo que ocurrirá en las próximas elecciones autonómicas y municipales. El resto, es decir, la gran mayoría, tienen depositada su confianza en que con la incorporación de las nuevas formaciones políticas, se produzca un cambio que les proporcione algún tipo de mejora en sus vidas, como por ejemplo que sus hijos y nietos encuentren un puesto de trabajo sin entrar a calificar la modalidad de contrato (fijo, eventual, temporal, de formación, a tiempo parcial, etc.) y de esa manera poder liberarse de la carga y dedicar las míseras pensiones percibidas a satisfacer sus gastos personales e ir pagando deudas. En efecto, es cierto que en España abunda el empleo basura y para criticarlo ya tenemos a los señores Méndez (UGT) y Fernández Toxo (CC.OO.), a los que dada su probada eficacia como secretarios generales de los sindicatos "más representativos", nadie hace el más mínimo caso salvo los que ejercen como "liberados sindicales". A los que entre otras canonjías no se les puede despedir, no dan ni puñetero golpe (salvo excepciones) en las empresas a las que pertenecen, pero sí reciben religiosa y puntualmente las 12 mensualidades, más las correspondientes pagas extraordinarias, toda una bicoca solo para privilegiados, si bien ocasionalmente y como contraprestación deben prestarse a acudir a alguna concentración o manifestación portando el correspondiente banderín con las siglas de su sindicato y vocear las consignas recibidas. En principio, gran alegría tras el inicio de los comicios andaluces pero a medida que se fue desarrollando el proceso electoral y consiguiente votación, todo parece indicar que el anunciado "cambio" va a originar más complicaciones de las esperadas. Para empezar, la señora Díaz, erró en sus cálculos adelantando un año la celebración de las citadas elecciones, maniobra que le está generando un merecido desgaste que posiblemente será incapaz de superar, contribuyendo a ello la ausencia de sintonía con su secretario general, Pedro Sánchez. Lo que como era de esperar está dañando la imagen del partido. La ambición personal de la presidenta en funciones de la Junta, a quien por tercera vez se le ha impedido ser investida, es tan descarada que ya comienza a molestar a sus propios votantes socialistas. Desde siempre se ha venido repitiendo que las secuelas de la corrupción nunca repercutirían en la intención de voto de los andaluces, y eso es una tremenda falacia. Mas temprano que tarde y como está ocurriendo, los Chaves, Griñanes y un largo etcétera tendrán "su mármol y su día". A tenor de la experiencia comentada, cualquier vaticinio sobre lo que ocurrirá en las restantes CC.AA. y en las elecciones municipales el 25 de mayo es harto difícil. Si nos basamos en lo difundido a través de los distintos medios de comunicación, encuestas incluidas, se atisban ciertos sesgos cuya credibilidad es altamente cuestionable. Los populares de Rajoy están mejorando y salvando su campaña, por haberse mantenido desde un principio en los mismos postulados y repitiéndolos hasta la saciedad, empleando el resto de su tiempo en descalificar e ironizar sobre los restantes partidos de la oposición, aunque con desigual rigor, pensando, lógicamente, en los inevitables pactos a los que habrá que llegar con algunos de ellos. En cuanto a las restantes formaciones políticas, el panorama electoral es igualmente complejo. Por su parte, el PSOE está centrándose excesivamente en la corrupción existente en el PP y a su vez restándole importancia a la suya sobre lo ocurrido en Andalucía con los EREs, cursos de formación, etc. pretendiendo presentarlo como algo ya amortizado, lo cual es pueril. Según fuentes socialistas, las relaciones de Susana Díaz con Pedro Sánchez continúan siendo tirantes, aunque intenten aparentar otra imagen. Sobre Ciudadanos, sin tratar de restarle méritos, cabe destacar su inesperado crecimiento en los últimos meses, si bien es cierto que el partido ya comienza a mostrar claros síntomas de agotamiento. En dos o tres días, los dislates pronunciados por Alberto Rivera sobre su concepto de la juventud y la parida de que en los dormitorios españoles no pernocten más de dos personas, les están originando pérdida de puntos en las encuestas que podría haberse evitado solo con que su líder hubiese observado y mantenido un discreto silencio. Tales locuacidades nada aportan y solo restan sufragios. Por último, en cuanto a Podemos se refiere, a golpe de reducir sus absurdas propuestas iniciales, están consiguiendo frenar la sangría de críticas y pérdida de puntos en la mayoría de las encuestas. Para comenzar y salvo raras excepciones, la diferencia entre Pablo Iglesias y los restantes candidatos autonómicos y municipales es abismal. Como muestra ha sido suficiente el papelón representado por la cabeza de lista de Podemos en las recientes elecciones andaluzas. Iglesias, en otro orden, está intentando sacarle partido al aniversario del 15-M, presentando a su partido como el "movimiento heredero", con la diferencia de que en esta ocasión a la Puerta del Sol solo acudieron 50 personas para rememorar las consignas de "no nos amordazaran", "la lucha sigue en las calles" y con los bracitos en alto. El haberse sacudido a Monedero como elemento activo ha sido un acierto, si bien los ciudadanos siguen esperando conocer su colaboración con los venezolanos y el paradero de los 425.000 euros. Las expectativas de Podemos presentan estancamiento, a pesar de que Iglesias repita muchas veces más la frase que viene pronunciando últimamente de que "los socialistas de corazón saben que hay que votar morado"; olvidando que la Semana Santa ya pasó. La sociedad española se siente saturada de información política, lo que no obsta para que se perciba en los ciudadanos un claro deseo de votar, aunque sin concretar a quien. La ausencia de credibilidad y desafección hacia los políticos es manifiesta y va a más. Como tampoco sería nada raro que a lo largo de esta semana apareciese algún nuevo caso de corrupción que modifique una vez más la orientación del voto en alguna Comunidad o Ayuntamiento importante... ¡¡Tiempo al tiempo!! Acudir a votar el domingo cargados de dudas será un sentimiento compartido por muchos. Si miramos hacia el pasado reciente, votar PP o PSOE ofrece grandes reticencias y decantarse por Podemos o Ciudadanos de cara al futuro, otro tanto de lo mismo. En el fondo optaremos por los "menos malos" pero sin estar convencidos; comportamiento que a la larga nos pasará factura... José-Tomás Cruz Varela