Sr. Director: 

Poco tiene que ver la situación en los países bálticos que visitó el Papa, con la que se encontró Juan Pablo II hace ahora 25 años, apenas después del colapso del régimen soviético. Estonia, Letonia y Lituania son hoy países integrados en la UE y en la OTAN. El nivel de vida de la población ha mejorado espectacularmente, existe un clima de libertad desconocido para muchas generaciones y, pese a que no faltan los problemas, la gente mira al futuro con cierta tranquilidad. Para que todo esto sea ahora posible, muchas personas han pagado un altísimo precio. Es lo que quiere recordar el Papa Francisco a las naciones bálticas, ante el peligro de que tantos sacrificios caigan en el olvido.

Su visita ha coincidido con el centenario de la independencia, momento propicio para hacer memoria de una historia convulsa, que incluye los pasajes más oscuros del holocausto judío durante la ocupación nazi o la persecución contra los cristianos de la época dura de la URSS.