Sr. Director:

Sabiendo que la “Cuarentena total” decretada en La Argentina durante el mes de marzo de 2020 fue motivada por la impotencia y perplejidad de los sistemas sanitarios propios y también por los del mundo desarrollado, se produce con poco ingenuo asombro una tremenda inquietud por el “nacimiento, desarrollo, patogenicidad y evolución” del letal virus divulgado como “Corona virus”.

Este microbio, produjo mortales resultados en la zona de Wuhan en China a partir del mes de diciembre de 2019. Los americanos estadounidenses insisten en responsabilizar a los chinos por demorar la noticia e información de esta epidemia trágica en latitudes del lejano Oriente. Por su parte los chinos hacen su descargo insinuando que “el contagio” puede haber provenido de soldados norteamericanos. Debe hacerse constar que en octubre de 2019 (aproximadamente 2 meses antes de la epidemia ahora develada) se llevaron a cabo en la ciudad de Wuhan los “Juegos mundiales militares” en que participaron Fuerzas Armadas de Estados Unidos de América.

Curiosidad nada desdeñable es que en esa ciudad de Wuhan opera desde el año 2014 un Laboratorio de Investigaciones Patógenas, que ocasionó mortales contagios por una fuga de “Gripe aviar” entre diciembre de 2016 y febrero de 2017.

Poca duda queda para comprender que se trata de una zona de alto riesgo por sus propias instalaciones, así como por la vulnerabilidad de sus “reservadas” investigaciones. Entonces no es extraño que el presidente Trump se regodee en calificar al “Corona” como “virus chino”: virus de rápido contagio, muy mutante y por el momento sin eficiente cura ni acertada prevención. ¡Una pandemia en expansión! ¿Ingeniería biológica?; pero de quiénes.

Cuando cuestiones de responsabilidad son discutidas entre “potencias mundiales” por asuntos de predominio diplomático, económico o militar, la experiencia demuestra que los “daños colaterales” ocasionados cuentan poco. ¡Esta pandemia padecida rebasa el límite de lo patético!

La peligrosidad, velocidad de expansión y mutación de este fenómeno micro orgánico, aunado al escaso conocimiento de la comunidad científica al respecto, abona la sospecha de resultar una producción de biotecnología. Razón demás para temer lo peor, porque la voluntad humana es lábil frente al determinismo natural.

“Y seréis como dioses” es apenas título de la obra de un pensador.