Sr. Director: No hace aún mucho tiempo, Ángeles Álvarez, diputada socialista y militante feminista decía en El Mundo que "En los vientres de alquiler, la cuestión de clase, además de la de género, es determinante. En la práctica es una forma de explotación de las mujeres jóvenes. La libre regulación de los vientres de alquiler generaría paraísos reproductivos en lugares de pobreza y extrema vulnerabilidad de las mujeres. ¿Se puede comprar o vender una parte del cuerpo? ¿Un embarazo? ¿Un bebé? No". Y respecto a quienes alegan que los hombres donan semen añadía con sorna: "Un hombre puede tener un hijo sin enterarse, pero eso es imposible en el caso de las mujeres. Por no hablar de lo duro que es la donación de óvulos". Por otra parte, los eufemismos empleados hasta ahora indican la mala conciencia de quienes promueven estas prácticas; primero han hablado de los "vientres de alquiler", después de "maternidad subrogada", que queda más bonito, y ahora de "gestación subrogada" algo mucho más impersonal. Y precisamente los ideólogos de estas cuestiones pretenden despersonalizar la maternidad, erosionar el matrimonio y la familia, y seguir avanzando en el imperio de la ideología de género. Además, ya tenemos experiencia de cómo trabajan con los eufemismos para imponer una determinada opinión pública y manipular las conciencias, como "el derecho a elegir", "interrupción del embarazo", "matrimonio homosexual", o "familias alternativas". Quizá falte poco para volver a las cigüeñas que traen los niños ricos desde París. En realidad, son intentos de eliminar a la madre y de jugar a capricho con las criaturas. Y así todos contentos escondiendo la conciencia bajo las alas. Por todo esto la ex diputada escribe que "La defensa de la vida es del todo incompatible con la permanencia del derecho al aborto; la defensa de la libertad es incompatible con leyes que imponen una ideología; la defensa de la dignidad de la persona es incompatible con la explotación de la mujer o la mercantilización del hijo". Juan García