Sr. Director:

Es cierto, la firmeza del Papa, y de la Iglesia entera, contra los abusos sexuales y de poder, y el acompañamiento y reparación hacia de las víctimas, deben ser principios en los que no cabe la tolerancia cero, por utilizar una expresión periodística.

Pero se está dando un fenómeno, que puede ser numéricamente limitado, que de por sí representa un nuevo reto, el de las nuevas víctimas de los casos de pederastia: quienes han sido acusados, se han visto en un proceso, han sido apartados y suspendidos, investigados, y finalmente absueltos.

Pero no debemos olvidar que quienes han sufrido la injusticia de una denuncia falsa, han cumplido ya la pena de telediario civil y eclesial, con lo que les ha conducido a procesos de depresión, incluso límites, con la vida y el sentido de la existencia y el sacerdocio. Por cierto, denuncias iniciales que tuvieron múltiples intenciones y no precisamente santas.

 

¿Se puede, y se debe, hablar de una justicia de reparación ante estos casos?¿Qué papel deben tener los actores en los procesos de denuncia, investigación de los casos, en los momentos de archivo de los procesos?

 

Por cierto. Esta situación de clérigos denunciados y luego declarados inocentes se ha producido ya en varios países del mundo y con consecuencias personales y familiares trágicas. En general, no me estoy refiriendo al plano jurídico canónico, ni al civil solo.

 

 

Enric Barrull