Sr. Director:

En no pocas familias, durante el confinamiento, han redescubierto la alegría de rezar juntos: bendecir la mesa, un misterio o una parte del Rosario, una lectura pausada de la vida del Señor. En definitiva, reencontrarse con el Señor, y con su Madre Santísima, en el quehacer de cada momento. Y con esa presencia de Jesús, se han alegrado de todo corazón de gozar de la compañía de hermanos y de hermanas, a quienes han visto con otros ojos, y han rezado juntos los unos por los otros.

Y no pocos jóvenes, adolescentes, habrán descubierto también, y habrán dado gracias a Dios, el rostro sonriente, también con una sonrisa de cansancio, de su madre, de su padre, que les han atendido y ayudado a seguir estudiando, trabajando en estos días, y le han facilitado el esfuerzo. Las sonrisas materna y paterna hacen verdaderos milagros en el espíritu de sus hijos.

El Papa nos ha invitado a todos a rezar el Rosario en el mes de mayo que comienza, y que nos regala la apertura gradual del confinamiento al que todavía estamos sometidos. “Contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba”; son palabras suyas, y en una de las oraciones que nos recomienda para terminar el Rosario, nos invita a pedir a la Virgen María: “Consuelo de los afligidos, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad”.

La sonrisa maternal de María nos dará la paz del amor de su Hijo Jesús; y la fuerza para recomenzar el ajetreo de cada día más anclados en Dios, sabiendo que Ella y el Señor quieren estar siempre con nosotros, en familia.