Sr. Director:

En Venezuela ha crecido enormemente la desnutrición infantil y también entre adultos, sobre todo ancianos.

No hay apenas producción y lo que se puede conseguir es a un precio muy alto. Para que nos hagamos una idea, una docena de huevos tiene casi el valor de un salario mínimo.

No hay ciudad donde no se vea a diario a gente de toda edad rebuscando entre los restos de la basura para ver si encuentra algo que llevarse a la boca.

Los obispos venezolanos lo han denunciado en muchas ocasiones: el país es víctima de un régimen totalitario que vive del narcotráfico y del lavado de dinero, y que desprecia la dignidad humana.

En ciertas ocasiones han sido muchos los venezolanos que nos han pedido que les ayudemos en la denuncia de lo que allí está pasando y que no les olvidemos. Pienso que es un deber de justicia, no podemos mirar para otro lado.