Sr. Director: Un hombre se presentó en una comisaría de un pueblo de Huelva confesando haber matado a su pareja durante una discusión, e indicando que su cadáver se encontraba en el aeropuerto de Sevilla. Tanto el confeso homicida como la desgraciada mujer eran de nacionalidad rumana. Ella parece que tenía residencia habitual en Roma, y él estaba relacionado con el mundo del circo. Según esto, su presencia en Sevilla sería de paso y meramente accidental. El crimen ha provocado las lógicas declaraciones de rechazo por parte de las asociaciones de violencia de género, así como políticas que han pedido más medidas y más gastos para combatir esta lacra. Pero a pesar de lo antes señalado sobre los protagonistas, la noticia se ha difundido a los cuatro vientos diciendo que se trata de la primera mujer asesinada por este tipo de violencia, en lo que va de año, en Sevilla, cumpliendo el Ayuntamiento de esta ciudad con el ritual minuto de silencio por la víctima. Y hasta la presidenta, Susana Díaz, de nuevo ha vuelto a reclamar «un gran pacto de Estado» para acabar contra este tipo de crímenes. Pero dadas las circunstancias personales del caso, ese gran pacto de Estado ¿con quién habría que hacerlo..., con Rumanía? ¿Y a qué viene ese interés en «apuntarnos» este crimen a los sevillanos, andaluces y españoles? ¿Quién se beneficia al contabilizarlo como de nuestra responsabilidad? ¿Cuánta gente vive a costa de la maldita violencia de género? Miguel Ángel Loma Pérez