Sr. Director: El último discurso sobre el estado de la Unión de la era Obama ha sonado a despedida y a visión centelleante. El presidente más impopular desde Roosevelt –para los americanos que lo sufren, no para el mundo, que lo adora– se va del mismo modo que llegó, hace ocho años: desplegando sus dotes como el gran ilusionista de la política global, un encantador con el lenguaje con un programa ideológico sectario que ha dividido a la sociedad, ha recortado libertades grabadas a fuego en la Constitución, ha empobrecido a los estadounidenses y ha debilitado su poder en el mundo, un poder más necesario que nunca para preservar los valores occidentales frente a la amenaza del nuevo yihadismo global. En menos de un mes, cuando arranque la campaña de las Primarias en Iowa, la mirada de la sociedad girará hacia las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Obama empezará a ser historia y pasará a un segundo plano. Este ha sido su último gran discurso. Jesús D.