Sr. Director: En aras del relativismo, así como la libertad es un bien objetivo, la verdad es puramente subjetiva y se habla con absoluto desenfado, de 'tu verdad' y de 'mi verdad'. Y lo peor es que se hace al enfocar y afrontar asuntos que no admiten, por su propia naturaleza, varias verdades y mucho menos convertir en verdad indiscutible la opinión de la mayoría. Estamos acostumbrados a la mentira de nuestros políticos, a las medias verdades, a que unos digan una cosa y otros la contraria y a que todos parezcan tener razón porque cada cosa es del color… Cuando quienes gobiernan Cataluña afirman con rotundidad que la verdad sobre la independencia y sobre los métodos que emplean para lograrla es la única verdad sobre el asunto y los vemos enfrentados con quienes afirman que la Constitución está por encima de lo que pueda decir el Parlament, puede surgir un cierto desconcierto en la opinión pública porque nadie se molesta en averiguar y proclamar la verdad que, en ciertos casos, no es opinable. Cuando se legisla sobre el derecho a la vida, sobre la naturaleza del matrimonio, sobre los derechos de los padres en relación a sus hijos o sobre los de los ciudadanos respecto al ejercicio de sus creencias religiosas, nunca surge la pregunta sobre la verdad de unos u otros planteamientos. Juan García