Sr. Director: Señor Tsipras, decía usted tener un plan mágico para Grecia, su país, pero desde que ha llegado al gobierno poco o nada ha hecho, cambiado o acordado. Su pasividad, a la espera de que Europa arregle sus problemas dejan en evidencia la impotencia de sus propuestas electorales, y sus reuniones mensuales con Rusia sólo sirven para insultar a sus socios, los únicos que han querido colaborar con la insostenible deuda de su país. Además, cuando ha estado apunto de alcanzar un acuerdo con sus acreedores se ha levantado usted de la mesa unilateralmente para, sin previo aviso, convocar un referéndum, cuyo mayor precio no son los cien millones de euros que cuesta, sino el corralito hacia su propio pueblo al que sabía que le obligaba éste por el miedo a la bancarrota que generaba. Eso sí, los diputados griegos pudieron sacar la noche de antes su dinero en los cajeros del parlamento. Lo cierto es que no parece usted tener ningún plan, o al menos dentro de Europa, por eso a los dos días de convocar el referéndum aceptó el acuerdo que tenía sobre la mesa. Ese que, aunque democráticamente salió que no, ahora va tener que aceptar para lograr el tercer rescate que solicita para intentar recuperar parte del capital perdido desde que llegó usted al gobierno. Y no solo engañó a su pueblo para ser elegido, probablemente víctima de su propia ignorancia, sino que lo sigue haciendo, y no conforme con eso lo extorsiona en el referéndum con un corralito sobre su dinero y con abandonar la presidencia del país, si no salía el resultado que usted quería, justo después de colocarlo frente al precipicio. En resumen, insulta usted a sus socios, no paga a sus acreedores, exige una quita y sin embargo les pide más, mucho más dinero para cubrir gastos mientras hacen los ajustes que no han querido hacer durante los dos rescates anteriores. Pues bien su desvergüenza sólo esta a la altura del sufrimiento que le reserva a su pueblo, ya que está indagando el límite de sus socios, estirando la cuerda más y más con la vana creencia de que los demás están obligados a consentirle todo en pos de una Europa unida. Esa actitud hace pensar que lo que anda buscando usted, es precisamente eso, salir del euro y de Europa, pero antes conseguir el mayor capital posible de una deuda que no piensa pagar. Además, ¿cómo se sale victorioso de un corralito si no es cambiando a una moneda que no sirva en ningún otro lado? ¿O acaso espera que la gente no saque en masa el dinero de los bancos griegos cuando levante el corralito después de tantos días privándoles de él? Señor Tsipras, es usted víctima de su propia incoherencia y del ilusionismo de sus promesas electorales, pero sigue estando en la obligación de dejar de sembrar la desconfianza, la inestabilidad y el miedo para empezar a tomar medidas que ayuden a relanzar su economía y a hacer sus cuentas sostenibles, si es que aún está a tiempo. Javier Blasco