Sr. Director: El ataque a dos chicas seguidoras de la selección española es solo la última de una larga lista de agresiones contra la libertad de expresión en Cataluña. En estos últimos días han atacado la vivienda de un ciudadano de Vic que había colgado la bandera española en su balcón; en la universidad leridana han acosado a una profesora no nacionalista; en Bellaterra han amenazado a estudiantes de Sociedad Civil Catalana y las sedes del PP y Ciudadanos han sufrido ataques y escraches, con cristales rotos y amenazas. Digámoslo claramente: en Cataluña la mitad de la población, que no somos secesionistas, vivimos con cierto miedo a expresar libremente nuestras ideas políticas. Encontrar a personas que quieran ser concejales por partidos constitucionalistas en muchos localidades de la Cataluña interior es tarea imposible y llevar algún símbolo de España en una universidad catalana es literalmente jugarse el pellejo. Quizá ya es hora de acabar con este clima de intimidación que está convirtiendo a Cataluña en una democracia de baja calidad. María Caro