Sr. Director: Andan ahora algunos políticos calificando de joseantoniano y José Antonio a los adversarios, provocando con ello el escándalo de casi todos. Antes que nada, habría que recordar someramente (porque ya ni quienes lo utilizan, lo saben) quién fue el sujeto comparado, para ver si procede el escándalo. José Antonio Primo de Rivera fue un joven aristócrata que se complicó su acomodada vida de abogado, con futuro más que prometedor, presentándose a diputado por la obligación moral de defender la memoria de su padre, dictador y general, que era ultrajada continuamente en las Cortes republicanas. Un tipo atractivo, también físicamente, que hablaba perfectamente inglés y francés, y que como además gozaba de una mente brillante, fue un excelente orador y escritor (para quien lo dude: ahí están sus discursos, sus artículos en prensa y sus obras completas). El compromiso con su proyecto político en defensa de España, en un tremendo momento de nuestra historia, le llevó a morir fusilado a los 33 años, pero dejando tras de sí una vida y un testamento donde se puede percibir la grandeza de su alma. Aunque ha pasado tanto  tiempo todavía muchos le recuerdan y nunca faltan jóvenes que lo toman como referente. Así que en efecto: se comprende que resulte escandaloso comparar a José Antonio con cualquier político actual. M. Pérez