Sr. Director: Porque no, no es justo que se acabe precisamente ahora. Es tremendo que nos dejen con la miel en los labios cuando ya nos estábamos acostumbrando. No es justo el dolor que nos producirá el vacío de sus ausencias. Esos hombres y mujeres que han ido sacando lo mejor de sí para entregárnoslo gratuita y desinteresadamente en las calles, en las plazas, en los mercados... Aquellos abrazos, aquellos besos, aquellos arrumacos con sus babillas compartidas con unos y otras. Y sobre todo, aquellas palabras. Aquellas hermosas palabras que a veces ni siquiera entendimos porque no es fácil acceder a la altura de sus elevados pensamientos. Qué palabras, qué prosa, qué metonimias, qué palinodias, qué tropos, ¡y qué tropa! Cuantísimos pensamientos e ideales plasmados en hermosísimas palabras. Y qué poder de atracción sobre los... aduladores. Qué afluencia de gentes venidas de todos los rincones a escucharles, jalearles y aplaudirles. Qué eslóganes, qué derroche de inteligencia en las propuestas, qué profundidad en esos debates que nos atrapaban la atención y nos robaban horas de sueño. Qué de todo y qué de nada. No es justo no, que esto se acabe ahora ya, tan de repente. Y es que fue todo tan hermoso, que la orfandad que nos produce este final resulta desgarradora. Pero debemos sobreponernos y afrontarlo; ya lo supimos hacer otras veces. Bien sabíamos cuando esta comenzó, que las campañas electorales duran apenas quince días. Así de cruel es la vida. Miguel Ángel Loma Pérez