Sr. Director: Es un hecho que al Papa Francisco no le gusta perder tiempo, habla claro y mira el sufrimiento de frente, así lo ha hecho en Chile. Para testimoniarlo, visitó una cárcel de mujeres, donde ofreció un impresionante testimonio al llamar a las internas a trabajar por su futuro, el de sus hijos y el de su país. Las que aparentemente no cuentan, las que por sus errores han sido recluidas y descartadas, están especialmente llamadas a gozar del protagonismo que merecen como hijas de Dios. Y ahí debe estar la Iglesia. Frente a los "determinismos cosificadores que matan la esperanza", la Iglesia debe tender su mano, comprometerse en la promoción y acompañar para restaurar los vínculos dañados. Martínez M.