Sr. Director: Hace años, leí un estudio sociológico realizado por la Universidad de Málaga sobre la juventud malagueña. Parece ser que los jóvenes no eran tan promiscuos como se pensaba. Y no será por falta de facilidades ya que desde muchos centros de enseñanza y centros de salud se les proporciona información abundante para que vivan lo que se ha dado en llamar "sexo seguro". Muy bien parada sale la juventud si se tiene en cuenta la falta de responsabilidad y la inconsciencia del mundo de los adultos. Hay todo un conjunto de rasgos negativos característicos de la sociedad actual: masificación, nihilismo, carencia de ideales, materialismo, soledad, falta de comunicación (aunque se viva en el reino de los medios de comunicación social). Hay personas que buscan la comunicación y la superación de la soledad en la anulación de la intimidad personal y, lógicamente, el pudor (¿qué será eso?) queda suprimido. La supresión del pudor es un signo de nuestro tiempo porque implica la supresión de la intimidad que es igual a masificación y disolución de la persona. Los modos de llegar a esta disolución de la persona se llevan a cabo a través de la inmersión en el mundo del alcohol, la droga, el sexo y la violencia. En una primera aproximación, puede decirse que el pudor es la tendencia a conservar la propia intimidad a cubierto de los extraños y se dice de una persona que carece de pudor cuando manifiesta en público situaciones afectivas o sucesos íntimos. Aplicado a la forma de vestir, el pudor en cubrir el propio cuerpo significa que no se quiere exhibir la intimidad corporal. No hay que olvidar que el carácter personal del ser humano explica el pudor. Los animales tienen miedo y temor pero no son pudorosos ni impúdicos, se comportan de manera instintiva. El ser humano, en cambio, es personal y en él aparecen el pudor o la vergüenza ante determinadas cosas que aparecen públicamente y que deberían haberse conservado en la intimidad. La desvergüenza obedece a una pérdida de la intimidad. Cuando se trata de llamar la atención a toda costa se cae en el exhibicionismo. La persona se convierte, entonces en mero objeto parallamar la atención, se transforma en cosa, es la cosificación del ser humano y es degradante por contagio, estropea las relaciones humanas. Esto es lo que impera en la publicidad de la sociedad de consumo. Todo se entiende desde la idea de tráfico, de lo que se vende y, con tal de llamar la atención, se acude a lo procaz. ¿Y qué es el pudor sexual? Es presentarse a sí mismo como persona, no dar pié a que los demás puedan vernos como meros objetos sino que vean en nosotros seres valiosos. El amor es el modo adecuado de tratar a la persona y el pudor es medio para llegar al amor. Encubrir los valores sexuales es la manera de permitir que se descubran los valores de la persona misma, por lo tanto, el pudor protege el valor de la persona. Y algo que habría que enseñar y explicar a los jóvenes (si los adultos lo tienen claro, naturalmente) es que no hay que confundir el amor como sentimiento con el verdadero amor. El amor como sentimiento, el enamoramiento, puede ser pasajero. El amor verdadero es otra cosa, es una planta de gran valor que se cultiva día a día y en el que intervienen la inteligencia, la voluntad y el sentimiento. Carlota Sedeño Martínez