Tras aprobarse en el Congreso del PP la elección del Presidente a dos vueltas, se comentó que era un método para legitimar de alguna forma a un Alberto Núñez Feijoo cuando Rajoy decidiera retirarse, si bien tales planes se quebraron en una semana cuando el presidente gallego, una vez meditado su futuro optó, con gran sorpresa para todos, quedarse en Galicia apelando a que su compromiso con la Comunidad estaba firmado hasta el 2020, decisión que suscitó dudas y comentarios de diversa índole.

La segunda novedad saltó a los medios cuando Pablo Casado decidió lanzarse a la batalla con todas las consecuencias, “máster” incluido que sigue coleando, con lo cual se rompió el equilibrio de las otras dos aspirantes: Cospedal García y Sáenz de Santamaría, quienes esperaron a que se produjese la renuncia del citado Núñez para presentar sus credenciales.

Dada la escasez de tiempo, todos los candidatos se han visto obligados a improvisar sus campañas para lo que no estaban preparados y en detrimento de los menos conocidos. En este capítulo, Dolores Cospedal acude y se identifica como “mujer de partido”, Soraya de experta y “gestora de Gobierno” y Pablo Casado lo hace como “representante de la innovación”, título que encaja perfectamente con su edad, carácter abierto y gran facilidad para conectar.

Una parte de lo que propalan los tres candidatos en sus intervenciones públicas, y esencialmente en el caso de las dos políticas, es justamente lo contrario de lo que albergan en sus respectivas mentes ansiosas de poder, maniobras con las que tratan de embaucar a sus propios correligionarios, cuidando y vigilando las críticas y descalificaciones teniendo en cuenta que se trata de dirigentes pertenecientes a su propia formación, con el peligro de airear porquería que no debe salir de casa. Los populares son conscientes de que los ciudadanos hace ya mucho tiempo que perdieron la confianza de sus políticos. A nivel interno, lo que funciona es el mercado de la oferta y la demanda, léase la compra de voluntades. Ante tal panorama cabe esperar de todo.

En cuanto al perfil de los candidatos, solo unos breves comentarios para no aburrir a los lectores: Cospedal García, escudera de don Mariano y famosa por el finiquito de Bárcenas, no goza precisamente de grandes simpatías por su carácter. Su enemistad con Sáenz de Santamaría viene de antiguo. Nunca renunció a la Secretaría General del PP por su desmedida ambición. Irritable con la prensa ante preguntas incómodas. Dice presentarse para recuperar la unidad del Centro-derecha.

En cuanto a Sáenz de Santamaría, la abeja laboriosa, gusta de la manipulación y oscuridades que le soplaba a Rajoy. Su batalla consiste en lograr la Presidencia del País. Al igual que su compañera es también ambiciosa, aunque más discreta. Ambas se profesas un odio mutuo, lo que implica que sus diferencias las conviertan en irreconciliables. No goza de excesivas amistades con la excepción de la de los “sorayos”. Contrincante correosa y difícil es muy inteligente.

Por último, sobre el ex vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, es un personaje reconocido y querido en todo el Partido. Su aspiración a la Presidencia del Gobierno no parece tarea fácil por su juventud, 37 años. Es sanamente ambicioso y su candidatura está siendo muy bien admitida gozando del respaldo de todos los territorios jóvenes. Representa la idea de la política de los de su generación para modernizar el PP como algo necesario. La investigación periodística sobre el master de Cristina Cifuentes ha terminado salpicándole y habrá que esperar a comprobar en qué grado le podrá afectar políticamente. Se supone que actuará de vía intermedia entre Cospedal y Sáenz de Santamaría.

Suerte para todos y esencialmente para el futuro del Partido Popular, cuya renovación y lucha contra la terrible corrupción es una necesidad imperiosa sino quiere desaparecer del mapa político español… ¡¡Tiempo al tiempo!!