Sr. Director:

A mediados del mes pasado el Tribunal Constitucional portugués rechazaba la despenalización de la ley de la eutanasia y la devolvía al Parlamento. La valentía del Presidente Rebelo de Sousa fue clave al ejercer su derecho de veto y cuestionar la idoneidad de la ley, además del agravante que suponía tratar de sacarla adelante en medio de una pandemia global. La sentencia es clara en cuanto a la inconstitucionalidad de la ley en virtud de la inviolabilidad de la vida humana, que reconoce la Constitución del país vecino. Ahora tendrá que volver a las cámaras y tal vez los socialistas y el Bloco de Esquerda vuelvan a la carga, presentando un texto más suave que no se encuentre de nuevo con las trabas del alto tribunal. Pase lo que pase, el precedente es importante por lo que supone de freno a unas pretensiones de legislar sin consenso alguno y sin la adecuada consulta a los expertos, en un asunto tan grave en el que, literalmente, está en juego la vida humana y su tutela por el Estado.