Sr. Director:

Cualquier trabajo honrado goza de la más alta dignidad por ser obra de un ser humano, también la de sepulturero.

En ocasiones vemos a altos cargos públicos echar una paletada de tierra sobre el féretro en el que está el cuerpo de alguien al que se honra por sus méritos. 

Pero el Presidente “en funciones” de sepulturero no ha hecho un trabajo honrado porque no tiene la intención de honrar los restos de Franco, sino de “honrarse”  a sí mismo y, de paso, conseguir algunos votos, o sea -haciendo abstracción de la infinita distancia- una especie de 30 monedas de plata…