Sr. Director:

Abrazar la Cruz, ha dicho Francisco en la bellísima homilía pronunciada el pasado día 27 en el Vaticano, es abrazar las contrariedades, no escapar de ellas, y dejar que el Espíritu de Dios se abra paso. Abrazar la Cruz no es quedarse inmóvil, sino crear nuevos espacios para comprometerse con el bien de los otros. Abrazar la Cruz no tiene efectos mágicos, sino que invita a la transformación profunda y al compromiso activo.

Significa encontrar el coraje de abrir espacios para generar nuevas formas de hospitalidad. Solo así, asumiendo el dolor, las contradicciones y los miedos habrá lugar para una esperanza verdadera. Los cristianos encontramos en Cristo esa fuerza: la fuerza de la fe la que nos libera del miedo y sostiene nuestra esperanza.