Sr. Director: Sin lugar a dudas una de las tareas más importantes y más difíciles que tiene la sociedad actual, es la educación de la infancia y de la juventud y esa tarea, en una medida importantísima, corresponde a los padres. Tarea importante por cuanto la entera sociedad del futuro depende de qué sean, qué hagan y de cómo se formen nuestros niños y nuestros jóvenes de hoy. Tarea difícil porque ni la sociedad en su conjunto, ni los poderes públicos ayudan a los protagonistas de esa educación que son, por encima de cualquier otra consideración, los padres y los maestros. Se ha puesto el énfasis -con toda razón- en el derecho de los padres a elegir el tipo de educación que desean para sus hijos, pero quizás se han olvidado otros derechos que, con igual importancia para una formación integral, también corresponden a los padres. No todas las facetas de la formación de la persona están enmarcadas en aspectos académicos de aprendizaje de conocimientos o de contenidos puramente culturales. La formación humana, las enseñanzas de convivencia y de respeto a los otros, las virtudes cívicas y hasta los comportamientos afines a la urbanidad, forman parte de esa formación y no solamente han de ser patrimonio de la familia, sino que la colectividad tiene la obligación de propiciar esa tarea. Y el legislador debe hacer todo lo posible por contribuir a esa formación dotando a padres y educadores de los instrumentos necesarios sin coartar, dentro de los límites racionales, la libertad para que puedan ejercer su responsabilidad. Jesús Martínez