Sr. Director:

En estos días de sufrimiento por la pandemia del coronavirus, va creciendo simultáneamente una ola de rabia entre los ciudadanos especialmente contra el Gobierno.

La rabia se concentra por la falta de prevención, la comunicación falsa y la gestión muy deficiente, por las manifestaciones del 8-M, las palabras de Fernando Simón de que a España llegaría sólo algún caso aislado diagnosticado - ¡dichas el 31 de enero! – la falta de material sanitario para médicos-enfermeras-residencias, y un largo etcétera que no es preciso ni mencionar.

El Gobierno ha llegado tarde y mal, y desde luego no sirve la excusa de que es un problema mundial: se puede hacer peor, pero es difícil. La incompetencia y el sectarismo explican en gran medida lo que está pasando, y entre todos hemos de contribuir a que las consecuencias no sean tan mortales ni perjudiciales para nuestras familias y empleos como su ineptitud es capaz de prolongar y aumentar.

Algunos hablan de “guerra”, o incluso de Tercera Guerra Mundial. No lo es: es la mentira encarnada en un Gobierno. Tal vez quienes votaron a los actuales gobernantes no supieron o no quisieron ver su incompetencia y sectarismo, y ahora lo pagamos todos.

Se cumple que “la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”, frase del senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, para quien piense que es guerra, o para los que pensamos que es una catástrofe humanitaria que se podía y debía gestionado mucho mejor. Se nos ha mentido, y se nos miente: llevamos más de dos meses y parece que aun no se ponen los medios para saber realmente cuántos son los contagiados.