Sr. Director:

Precede octubre la fiesta de los Arcángeles San Miguel, San Rafael y San Gabriel (29 de septiembre), cuyos nombres nos da la Biblia, y casi comienza octubre con la fiesta de los Ángeles Custodios o de la Guarda (día 2). Inglaterra fue pionera en la celebración de la fiesta de los Ángeles de la Guarda (año 800), y a principios del siglo XVII el Papa la hizo universal. En el momento de nuestra concepción, Dios nos regala un Ángel a cada uno, un ser personal y bondadoso que nos acompaña en el tiempo y en la eternidad, salvo en el caso de condenación en el Infierno. Sobre estos ángeles, el Papa Francisco dijo que nuestro Ángel “jamás nos deja solos, y nos ayuda a no errar el camino; que nos protege, nos hace oír las cosas (…) ¿Lo escucho? ¿Le doy los buenos días en la mañana? ¿Le digo que me proteja durante el sueño?¿Le pido consejo? (…) Él ve siempre el rostro del Padre que está en el cielo”. También existen demonios (es dogma de Fe), “ángeles caídos”. ¡Cuidado con ellos!  Hay que encomendarse a la Virgen y a San Miguel. Jesús llamó a Satanás, príncipe de los diablos, “padre de la mentira”. Los demonios nos pintan el mal como si fuera bien, para apartarnos de la rectitud que nos conduce a la felicidad eterna en el Cielo, que ellos perdieron por rebelarse contra Dios al principio de los tiempos. Existen diversas oraciones al Ángel de la guarda; pero la más popular es ésta: “Ángel de mi Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes sólo que me perdería”.