Sr. Director: En los edificios adyacentes a la Casa Blanca de Estados Unidos se colocarán unos baños unisex que servirán tanto para hombres como para mujeres. Tan drástica solución de un único servicio se debe, eso dicen, al problema surgido con las personas que cambian de sexo, ya que en algunos Estados se les obliga a utilizar el baño correspondiente a su sexo de nacimiento. Y es que no resulta fácil imaginar la tragedia que puede plantearse cuando alguien que se dirige imperiosamente a evacuar sus orgánicas deposiciones, mira el simbolito orientador que hay en la puerta, y no se siente en absoluto identificado, quedando sumido-a en una profunda indecisión, con los riesgos que ello conlleva para los más cercanos. Pero de acabar generalizándose esta solución, perderíamos todos y todas: ellas, en cuanto a higiene y limpieza, pues los hombres solemos ser más guarretes y despreocupados; y nosotros, en cuanto al tiempo de espera de acceso al servicio. Aunque conociendo la fuerza expansiva de la denominada perspectiva de género, donde lo más disparatado que se fundamente en la no discriminación es susceptible de materializarse, la cosa podría ir aún a peor. Pues si, según tan ingeniosa teoría, los sexos ya no son dos, sino al menos cinco o más, y aconsejan que no se debería hablar de hombre y mujer, sino de mujeres heterosexuales y homosexuales, hombres heterosexuales y homosexuales, bisexuales, etc., etc., no es muy ilógico prever que lo que acabe finalmente triunfando sea la instalación de muy plurales servicios según el fantástico género en que se considere encuadrado cada cual. Pero eso sí: un único servicio unisex para hombres y mujeres heterosexuales. Y esto constituiría otro avance de género..., pero del género tonto, que se decía antiguamente. Miguel Ángel Loma