Sr. Director: 

La marea morada -es innegable lo bien que les salió la estrategia de movilización pública- estaba sustentada por un magma de ideas, políticas, emociones, creado también por los medios que son algo más que mediadores, y potenciado por una sociedad que se presta a las manipulaciones y que sabe explotar muy bien los sentimientos.

El magma, las grandes manifestaciones del pasado mes de marzo, comenzó con el manifiesto que, leído con detenimiento, era una ensalada de ideas de tal calibre que daba o pena o miedo.

Muchas de las reivindicaciones de ese Día no solo eran legítimas, sino necesarias. Se podrían poner varios ejemplos. Pero esas legítimas aspiraciones se veían difuminadas por la adherencia pastosa de determinadas actitudes.

Un movimiento imparable que no permite alternativas de propuesta feminista que no encajen con los esquemas de acción revolucionaria. De esta nueva revolución feminista, la del tránsito de la lucha de clases a la lucha de sexos.

No estaría de más que lo que hemos vivido el pasado mes pudiera ser analizado, estudiado, con detenimiento, que al final permanece en el imaginario colectivo como la gran rémora. Esperemos que en las manifestaciones de estos días no se vuelva a dar la confusión.