Sr. Director:

Es curioso hasta qué punto las terminologías de moda pueden llegar a modificar las relaciones entre las personas y hasta qué punto pueden llegar a confundir, a confundirnos. Antes sabíamos que una chica y un chico eran novios. El hecho de serlo incluía ya cierta formalidad, una cierta permanencia en la relación, de manera que podría surgir cierta rectificación si te decían “no, solo somos amigos”, y entendíamos que iban en camino de, pero sin seguridad. Mientras que si iba ya más en serio se hablaba incluso de “prometidos”.

Esposos en castellano es palabra que no necesita matización. En la antigüedad, por ejemplo entre los israelitas, existían los esponsales, de manera que había una situación intermedia entre marido y mujer y los simples novios. Esto no se da en nuestra cultura y por lo tanto podemos decir indistintamente marido y mujer o esposos, con la ventaja de que este último término incluye a ambas partes.

Pero ahora se ha introducido un tercer término: pareja. Es un concepto equívoco, quizá intencionadamente equívoco, para que no se sepa demasiado cual es la relación exacta entre esa mujer y ese hombre. No se habla de “somos pareja”, así como se habla de novios o esposos. Se dice “es mi pareja”. Y se consigue que nadie sepa nada.