Sr. Director:

No es verdad que todos los políticos sean iguales. No es verdad que todos los cargos electos desprecien el valor y el sentido último de la representación, o que todos menosprecien la naturaleza de las instituciones políticas. Sin embargo, políticos como Gabriel Rufián y otros, con comportamientos idénticos o similares, consiguen socializar sus conductas hasta el punto de que la opinión pública acaba por identificar el todo con la parte.

Los hechos que tuvieron lugar en el Congreso hace unos días van más allá de la grosería y de la mala educación. Constituyen un elemento más dentro de una estrategia que busca deslegitimar las instituciones políticas del Estado de Derecho en España. El tono insultante y amenazador de las intervenciones parlamentarias, la falta de decoro en las formas, la falta de cuidado en la estética y los enfrentamientos constantes que buscan el cuerpo a cuerpo  con la presidencia de la Cámara son tácticas de desgaste y provocación.