Sr. Director: El pensamiento débil postmoderno enraizado en el relativismo y/o el nihilismo intelectual se ha cebado especialmente en el gran relato de la Natividad, entendida como lo que es, la Encarnación del Verbo, Jesucristo y su nacimiento en el tiempo, Historia de la Salvación. La Navidad siempre ha sido una fiesta de amor y alegría, pero desde el conato de implantar los principios del Nuevo Orden Mundial se ha convertido en un esperpento gastronómico y consumista, que tiene como único reclamo la energía eléctrica camuflada en colores estridentes, alumbrando a fantoches humanos y animalescos. La luz ya no viene de Oriente, sino de los mundos tenebrosos y del gélido Norte. Pero como no se puede vivir de espaldas a los deseos más profundos del rayo de felicidad que todos buscan en las tinieblas del hastío, el laicismo de lo políticamente correcto ha decidido cómo y por qué tienen que celebrarse las fiestas cristianas de las que abominan de forma sospechosamente cruel y obsesiva. Nunca en Occidente el arte (la pintura la escultura, la música, la literatura en todos su géneros…) ha logrado tanta belleza y emoción como cuando ha tematizado el nacimiento histórico de Cristo. Citar autores sería interminable, pero se pueden sintetizar en el arte más universal y mejor entendido, la música, en donde los poemas navideños cantados Noche de Paz, junto con el oratorio Mesías son cimas sublimes. El laicismo que los agoreros de lo políticamente incorrecto quieren imponer desde sus poltronas políticas-calientes y bien pagadas con los impuestos de los ciudadanos, manipulados hasta la náusea, harían las delicias del gran Valle Inclán quien en sus Divinas Palabras y en su Galas del Difunto pintó con trazo genial a los agoreros del laicismo político, porque han reflejado en espejos cóncavos la gran Verdad de la Navidad y han puesto en su lugar monigotes esperpénticos. Por eso mejor es recordar a Rubén Darío, tan marginado y postergado en su mismo  centenario cuando con sinceridad y verdad proclama. La verdad está en ser tranquilo y fuerte/ con el fuego interior todo se abrasa/ se triunfa del rencor y de la muerte/ y hacia Belén…¡la caravana pasa! Fidel García Martínez