Sr. Director:

Se creen el ombligo del mundo, y razones no les faltan según los criterios con que hoy se miden la fama y la popularidad. Y como además van de divos, se auto homenajean y premian en sus incesantes ferias de vanidades: ellos se lo guisan y ellos se lo comen, aunque nos toque al resto subvencionarles sus emperifollados platos. Se sienten elite y miran por encima del hombro, por más que sus vidas no sean precisamente “ejemplares” ni modelos de coherencia. Por eso, hasta se entiende que alguno de ellos, con el arroz ya pasado pero muy crecidito en su endiosamiento, proclame sin rubor “les niego la existencia”, al referirse a un nuevo grupo político que les baila poco el agua. Pero lo que no se comprende, es que esos mismos que en la gala de los Goya aplaudieran emocionados a un actor discapacitado, por su magnífico discurso de acción de gracias (“Gracias a mis padres... por darme la vida”), sólo unos minutos antes aplaudieran también a quien reivindicaba el aborto como un derecho. Porque muchos de esos a los que se les niega realmente la existencia, impidiéndoles nacer, son personas discapacitadas como los actores de la película Campeones, que tanta emoción nos han causado. Inclusión, diversidad, visibilidad..., y dejarles nacer.